Por una cuestión puramente cultural, la belleza de la mujer siempre ha sido más apreciada que la de un hombre. De lo que no cabe duda es que la imagen es lo primero que vemos de una persona.
El físico es la tarjeta de presentación personal. A lo largo de la historia, el prototipo de hombre ideal ha ido teniendo algunas variaciones. Pero siempre se ha mantenido el mismo fondo.
La historia antigua y el prototipo de hombre ideal
De la Prehistoria tenemos muy pocas representaciones de hombres con alusión a su belleza masculina. Más bien se dibujaban las acciones que llevaba a cabo: caza, fabricación de herramientas y utensilios, fuego, agricultura, arte, etc.
En el antiguo Egipto, los cánones de belleza estaban asociados a la armonía y a la perfección. Todo en el cuerpo humano eran proporciones.
En el mundo griego, se primaban las proporciones atléticas. Se trataba de cuerpos bien definidos, sobre todo en cuanto a la musculación.
Roma y la Edad Media y renacentista
En Roma había de todo. Y como su historia es tan larga, en algunas etapas el hombre tenía barba, pelo rizado, en otras no, etc. Poco a poco fueron llegando los germanos, y la barba y el pelo largo se fueron asentando.
En la Edad Media el fervor religioso estaba a la orden del día. El control de la Iglesia es total, y no se representan las figuras sin ropa.
A lo largo del Renacimiento, se busca el canon de belleza masculino, idealizado. Una exaltación de las proporciones humanas, buscando la perfección y la ocultación de los sentimientos.
El barroco era apariencia y pomposidad. Se destaca el pelo de los hombres (con las pelucas), piel blanca y mejillas rosadas.
Siglos XX y XXI
El siglo XX se caracteriza por el culto a cuerpos masculinos con músculo, atléticos.
En el XXI se buscan hombres delgados pero musculosos, con muy poca grasa corporal.
Fuentes imágenes: Arturo peluquero / Mel Bross
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